lunes, 2 de mayo de 2016

Que hay de malo con: Palmeras en la nieve

Mario Casas leyendo la factura de la luz
Un consejo, antes de ver un drama español, os recomiendo que primero consultéis la duración de la película; si dura más de 90 min, podéis directamente desecharla. Y Palmeras en la nieve, con sus 2h45m de duración, no es excepción.
Lo que en un principio podría ser una peli con una historia interesante, se convierte en 165 min de saltos en el tiempo, en un batiburrillo argumental en el que fácilmente puedes perder el hilo.
La historia empieza en la Guinea Española, luego se va a Huesca, pero a la vez salta 40 años hacia delante mientras que vuelve a ir de Huesca a la Guinea Española y viceversa, 40 años atrás otra vez.
Y mientras tanto, un par de personajes faltos de carisma intentan tener su historia de amor "prohibida", entre personajes secundarios irrelevantes. De repente, tiros, violencia gratuita para demostrar lo malo que éramos los españoles en nuestras colonias, pero eso si, una supuesta indígena se atreve a desafiar a ese Dios que le da tanto miedo para unas cosas, pero no para el adulterio.
La fotografía es lo único que aguanta a esta película de venirse abajo antes de los primeros diez minutos. Eso si, el director le ha hecho un flaco favor, abusando de secuencias que nos enseñan lo bonito que era todo aquello, con sus aves paradisiacas y sus cataratas. Y las tortugas, que no se nos olvide. La historia y el ritmo parecen esos cuñados que solo se ven en fechas señaladas; si bien parece que puedan mantener cierta relación, no hay forma de que se pongan de acuerdo en los aspectos importantes.
Y que decir de la actuación de los protagonistas. Habrá a quien le guste Mario Casas, pero nombres aparte, la actuación es un acto incoherente de emociones, como quién aprende un idioma y dice palabras que no tienen nada que ver son su significado. 
En fin, por no alargarme más, diré que me ha parecido una tomadura de pelo de 2 horas y 45 minutos, duración que da para miniserie que después del primer capítulo hubiera caído en el pozo del olvido, y con razón.
Es otro ejemplo más del gran problema del cine español: no sabemos hacer las cosas en su justa medida.

martes, 19 de abril de 2016

Entre mediocres anda el juego

Últimamente ando un poco desconcertado. 
Siempre he tenido la idea de que la  excelencia en el trabajo era un objetivo a alcanzar con el fin de conseguir un éxito laboral medianamente aceptable. Sin embargo me estoy dando cuenta de que estaba en un error de considerables dimensiones. Hoy día hay que ser del montón, donde la mediocridad parece un requisito a cumplir. Son innumerables las ocasiones en las que esta mediocridad sale a flote con considerable éxito. Se premia al vago, al incompetente, al necio. Si alguien, en su trabajo, ofrece un rendimiento irrisorio, se le premia quitándole funciones pero cobrando lo mismo; para algo están los becarios, para esconder las carencias de una escasez de creatividad, talento, o simplemente de ganas y voluntad. 
No me voy a esforzar mucho, a ver si me piden más. 
Éste parece ser el  leimotiv que hoy día rige nuestro marcado laboral. 
Es cierto también, que la calidad se paga, pero tengo más que demostrado que la mayoría de las veces es mucho más rentable hacer las cosas bien una vez, que hacerlas mal muchas, o simplemente que el control de calidad tenga un listón tan bajo (a veces casi inexistente) que damos por normales cosas que si nos paráramos a pensar un momento nos echaríamos las manos a la cabeza. Anteponer precio a calidad nos hace conformarnos con "lo que hay"
Tenemos mediocridad a diestro y siniestro. Empezando por nuestros políticos, que no destacan precisamente por su brillantez. ¿Quién no ha ido a un restaurante donde a los camareros el adjetivo incompetente se les queda corto, y que vuelves al tiempo con igual resultado?. ¿Quién no tiene un compañero que se hace el tonto para que no le asignen más faena, y cuando lo hacen, todavía se queja de que tiene demasiado trabajo?
Siempre hay excepciones a la regla, y a esta gente se la ve como gente rara, fácilmente irritable, que a ojos de los mediocres se preguntan por qué ponen tanto esfuerzo en querer hacer algo bien cuando se pude hacer mal en la mitad de tiempo. El problema es que no pasa nada. Siempre se ponen más pegas por querer hacer las cosas decentemente que por hacerlas mal. Mientras no dejemos de premiar la mediocridad, no tendremos derecho a quejarnos de cómo van las cosas. 
Yo, por mi parte, prefiero esforzarme en hacer las cosas bien. No suelo dormir mucho, pero cuando lo hago prefiero hacerlo con la conciencia tranquila.  

lunes, 11 de enero de 2016

Insultando, que es gerundio.

El insulto ha sido sin lugar a dudas una parte de nuestra historia de la que deberíamos estar enormemente orgullosos. Han sido multitud de escritores los que han dejado plasmado sin ningún tipo de duda el afecto hacia otra persona de una manera tan elegante como efectiva. Podríamos recordar, como no, aquellos poemas que se cruzaban Góngora y Quevedo, entre los que destaca el tan conocido A una nariz
 

El mismísimo Miguel Hernández también mostró una gran certeza en su "MANDADO QUE MANDO A DON GIL DE LAS CALZAS DE CEDA, a ese que lleva robles a las espaldas del Gil y a las del corazón caca"




Ya en tiempos más recientes, como olvidar aquel gracioso "A la mierda!!!", que si bien no destaca por su originalidad, que duda cabe que no hay forma más elegante de enviar a alguien a aquel sitio donde todos hemos ido y vuelto en demasiadas ocasiones.


Y luego está el que para mi es uno de los mejores a la hora de faltar delicadamente al respeto como es Don Arturo Pérez-Reverte, autor de frases como aquella que le dirigió al entonces ministro de exteriores Moratinos cuando cuando aseguró que dejó el cargo como un "perfecto mierda"; y que después del revuelo que levantó, se echó en cara el no haberle insultado antes.

Sin embargo, hoy en día, se ha perdido la elegancia y rotundidad a la hora de faltar al respetable y se ha caído en una vulgaridad aburrida y simple, indigna de nuestro tan rico y preciado léxico. Hoy día, el insulto es vulgar, pero no tanto por su significado, si no por que a la hora de la verdad nos quedamos con el improperio que más de moda está, evidenciando en muchas ocasiones la gran ignorancia de las nuevas generaciones en cuanto a las posibilidades que un buen insulto tiene a la hora de quedarse uno reconfortado consigo mismo.
Así que desde aquí reivindico que invirtamos un poco de tiempo a la hora de insultar y nos dejemos de reirnos entre dientes cuando por twitter le enviamos a algún famosete el tan manido "puta" o "cabrón" y que luego mostramos cual trofeo a nuestros amigotes como símbolo de victoria, cuando no es más que una muestra de algún tipo de deficiencia cognitiva o algún retraso mental, mostrando sus no siempre obvias ni perceptibles señales. 
Y como no, para acabar, os dejo con una canción que seguro os sube el ánimo, hijos de puta!!












lunes, 30 de junio de 2014

De la (in)cultura

Arturo Torró, alcalde de Gandia
Durante la época que estuve viviendo en la ciudad de Valencia, que duró unos cuantos años, estuve conviviendo, entre otros, con 3 estudiantes (hoy licenciados) en Historia del Arte. Esto, que en un principio puede resultar un tanto llamativo, me condujo a una de las épocas más enriquecedoras que recuerdo. Yo siempre he sido bastante escéptico con el tema del Arte, sobre todo del Arte contemporáneo. Una de mis frases más recurrentes por aquella época era "eso también lo hago yo". Sin embargo, y después de muchas tertulias sobre temas que nunca habría sospechado, llegué a la conclusión de que el Arte es un sentimiento. Cuando estás viendo, escuchando, tocando una obra, estás, de alguna manera, interactuando con el creador, y ya dependiendo de la calidad de éste, se puede llegar a apreciar ese Arte sin tener que 'entenderlo'.

Bueno, pues eso es lo que yo creía hasta que apareció nuestro Ilustrísimo Señor alcalde Arturo Torró Chisvert se propuso trasladar una obra hecha ex profeso para la rotonda de entrada de Gandia con la siguiente excusa: "los madrileños no entienden la escultura" y sustituirla, según parece por una escultura tipo Marbella donde ponga Gandia, para tener la seguridad de que estás donde crees estar.
Es aquí es cuando todos esos recuerdos de charlas hasta bien entrada la madrugada, de repente veo como van desapareciendo bajo un halo de incredulidad y estupefacción. Según parece ahora no sólo hay que entender la obra para apreciarla, si no que además hay que ponerle una leyenda al pie de la obra y además ha de tener un acceso de tal forma que podamos permanecer admirando la escultura todo el tiempo que nuestro querido alcalde considere como adecuado. Si una obra está hecha para estar ahí, llevarla a otro lado es desde mi punto de, un acto de inmensa ignorancia, además de desvirtuar toda comunicación con la misma. Es más sencillo poner unas letras bien gordas, y que si se da el caso, que sean visibles en Google Earth. El problema va a ser cuando venga gente por la entrada de Alicante y no sepa donde se ha metido.
Nueva "escultura" a la entrada de Gandia

Por cierto, y antes de que alguien se ponga estupendo, cuando estuvo gobernando otro partido también hubo retirada de esculturas y cambios de ubicación. Y si, también me parece reprochable. 


sábado, 6 de agosto de 2011

Ojo al podcast


Pues si, al final hay podcast.
Supongo que te preguntarás, "¿que mierda es eso del podcast?". Pues bien, me alegra que te hagas esta pregunta. Un podcast no es ni más ni menos que una especie de programa de radio, aunque con muchas diferencias, y que tiene la particularidad de que te lo puedes descargar, poder llevartelo con tu reproductor y escucharlo cuando quieras.
En concreto, el podcast que estamos haciendo entre varios amiguetes, trata sobre diferentes temas, y en cada episodio intentamos ofreceros cosas que a nosotros nos parecen dignas de ser compartidas y conocidas por las personas que nos escuchan, como por ejemplo, hablamos de batallas famosas, de deportes desconocidos, hacemos alguna que otra charla con gente interesante, etc.. Siempre intentamos darle un toque no muy serio a las cosas, e intentamos que sea lo más ameno posible para el que nos sigue.
Si queréis conocer algo más sobre el podcast, podéis pasaros por la página web www.minoriasimple.es donde podréis escuchar todos los episodios y poneros en contacto con nosotros.

martes, 31 de mayo de 2011

LaBici

Llevo un par de semanas siendo usuario del servicio de bicicletas que hace poco esta funcionando en la ciudad de Gandia, y para ser sincero, creo que es un servicio que deja bastante
que desear.
Vamos a empezar con la valoración.
Básicamente, hay tres aspectos que son los que mas me han llamado la atención y que seguidamente paso a enumerar.
Lo primero que me ha llamado la atención ha sido la lentitud de los terminales (o como se quieran llamar) a la hora de coger la bici. No se exactamente cual puede ser la razón, pero desde luego da la impresión de que han ido recogiendo ordenadores de segunda mano y los han puesto ahí dentro, porque no puedo llegar a entender que no sean capaces ni de procesar a tiempo real el marcado de la contraseña, que entre dígito y dígito puede pasar un segundo o dos, según de bien tenga el día. Y después viene la pantalla de las opciones, que va apareciendo poco a poco. Después de pulsar varias veces la opción de coger la bici, viene la de selección, y reza porque la bici que quieres este entre las diez primeras, porque como te toque darle al botoncito de avanzar, te puedes desesperar. Y al final, tras un proceso que debería durar entre 20-30 seg, te puede llevar cerca del minuto y pico para alquilar dicha bicicleta. Que quizás realmente importe poco tardar un minuto mas que menos, pero me parece incomprensible la lentitud de los ordenadores.
El segundo aspecto que me llama la atención, es que, según parece, cuando hay menos de 2 bicicletas, el sistema no las reconoce, y ya me ha pasado mas de una vez el no poder coger la bici aun habiendo disponibles.
Y para acabar, un detalle sobre la calidad de los componentes de las bicis, en concreto de los frenos.
Está claro que con esa bici no se pretende hacer la ascensión al Tourmalet, pero un vehículo que va a ser tan usado, debería al menos contar, sobretodo en aspectos de seguridad tan importantes como son aquellos que te impiden tener un accidente, con unos componentes mas acordes a la importancia de su función. En este tiempo habré cogido 5 o 6 bicis (cuando las ha reconocido el terminal), y de esas, he llevado sin freno de delante, sin freno de detrás, y lo que es el colmo, sin freno de delante y con el de detrás que tenias que ir dándole ánimos para que hiciera su función.
Resumiendo, me parece que ha sido un gran salto el hecho de instalar un servicio de bicicletas de alquiler en la ciudad de Gandia, y que supone una gran comodidad, pero el servicio deja mucho que desear, y no entiendo como puede tener estos fallos tan grandes un servicio tan importante para la ciudad.

martes, 9 de junio de 2009

Forgiven, not forgotten...


Es cierto que a veces a causa de un descuido, siempre ajeno a uno mismo, solemos cometer errores, descuidos, ó llámese como se quiera.
La cuestión es: ¿por qué es tan difícil a veces hacerse perdonar?.
Seguramente, la respuesta tiene muchas consideraciones, pero eso si, el tiempo que se necesita es siempre proporcional a la cagada que se ha cometido. Ahora bien, ¿cómo se pueden clasificar esas cagadas?.
Eso es algo que solamente el perjudicado puede valorar, y muchas veces, estas valoraciones difieren mucho de nuestras apreciaciones. Quiero decir, que para lo que unos puede que no sea muy importante, para otros es algo crucial. Por eso mismo uno no sabe cuanto la ha fastidiado hasta que llega el momento de la verdad, la hora de la confrontación. Llegados a tal extremo, lo único que queda es la humillación pública, las repeticiones hasta el hastío de las palabras "lo siento", "no volverá a pasar", "es que había tráfico", y esperar un mínimo rasgo de misericordia. Pero hasta que llegue el perdón, se ha de tener en cuenta que el que la ha fastidiado es uno mismo, y nunca hay que juzgar a quien se ha enfadado ó molestado, ya que sus razones tendrá.
La otra cuestión, es que el perdón casi nunca lleva al olvido, cosa que hace que las relaciones, por lo menos durante un tiempo, sean un tanto distantes. Pero no sólo hablo de parejas, si no de familiares, amigos, etc. Así que otra vez, comprensión y paciencia.
Cuando uno la fastidia, (siempre sin intención, por supuesto), hay que saber reconocer el error y convencerse a uno mismo de que ya no se volverá a cometer. El resto, ya no depende de uno mismo.
Ah, y muchas veces, la forma más fácil de pedir perdón, es simplemente decir, lo siento.